Hace algunos meses la leche cruda volvió a llegar a los titulares cuando un grupo de diputados de West Virginia dijo haber enfermado al consumir leche cruda en una fiesta de celebración por la aprobación de una ley que legalizaba su consumo. Un vocero del grupo aseveró que no había relación alguna entre haber bebido la leche y haber enfermado, que sólo se había tratado de una desafortunada coincidencia, y que había un virus no relacionado girando por allí, pero el daño ya estaba hecho. Los medios estuvieron felices de atender este evento y poner en marcha sus maliciosas artimañas, implicando impiadosamente a la leche cruda, quebrantando la aprobación de la ley sobre la leche cruda, y moviendo la opinión pública en contra de esta bebida, causando un fuerte impacto en el consumo.
Esta fue sólo una de las muchas malvadas operaciones contra la leche cruda, que han estado ocurriendo con más y más frecuencia en los últimos años, conforme la legislación de la leche cruda toma impulso. Pero la facilidad con la que esos artículos mal escritos puedan revertir la opinión pública tienen a los otrora apoyadores de la leche cruda sacudiendo sus cabezas de lado a lado, reconsiderando su posición, lo que es un buen indicador de cuán profundo puede ser el temor a la leche cruda.
Pero ¿por qué? ¿Por qué tenemos un estigma tan profundo con respecto a la leche cruda? Muchos de nosotros ni siquiera tenemos las razones que expliquen por qué el gobierno elige mantenerla en la ilegalidad y, al mismo tiempo, no tenemos idea sobre la extensión en la que la leche cruda podría traer salud y vitalidad a nuestras vidas.
En los últimos cuatro años, mi pareja y yo hemos vivido en Ontario, Canadá. Aquí, como en muchos otros lugares de Canadá y los Estados Unidos, la leche cruda es considerada el enemigo y el gobierno ha impulsado leyes para prevenir su venta al público general. Siendo apasionados por la salud, hemos investigado sobre la leche cruda y nos hemos maravillado por los beneficios que puede brindarnos.
Estos beneficios son amplios, pero esta es sólo una pequeña ayuda para ayudarte a visualizar qué tan buena puede ser la leche cruda:
- Está repleta de bacterias buenas, que sustenta el bioma intestinal, impulsa tu sistema inmune y protege tu cuerpo de los peligrosos patógenos. Hablamos de bacterias naturales, súper poderosas y súper benignas, y no de los cultivos que han sido añadidos a los yogures comerciales luego de quitarles sus bacterias buenas naturales.
- Es rica en ácidos grasos Omega 3 antiinflamatorios y es baja en ácidos grasos Omega 6 inflamatorios.
- Tiene más de 60 enzimas digestivas, factores de crecimiento e inmunoglobulinas. Esto hace que la digestión de esta leche sea mucho más fácil para el cuerpo, y es algo notoriamente ausente en las leches pasteurizadas (una de las razones por la que las personas desarrollan intolerancia a la lactosa de la leche regular, pero notarás menos síntomas o incluso ningún síntoma bebiendo leche cruda).
- Es rica en ácido linoleico conjugado. Lo que evita el crecimiento del cáncer e impulsa tu metabolismo.
- Tiene altas concentraciones de importantes vitaminas en su forma biodisponible, incluyendo vitaminas A, B, C, D, E y K. Muchas de esas vitaminas son muy difíciles de hallar en otros alimentos, y están mayormente ausentes en la leche pasteurizada.
- Es rica en grasas beneficiales, aminoácidos y proteínas en formas que son 100 por ciento digeribles, a diferencia de muchos otros alimentos.
En el curso de nuestra investigación llegamos a comprender que la leche debería consumirse cruda. Como con muchas otras cosas en nuestra dieta, consumir leche en su forma natural y no alterada significa que ingerimos todos sus beneficios, sin los contratiempos de consumir su forma pasteurizada. Hay innumerables historias d personas que han sufrido de intolerancia a la lactosa o problemas intestinales, que luego cambiaron a la leche cruda y notaron sus problemas desvanecerse de súbito. Y cuanto más leemos sobre el asunto, más nos cuestionamos sobre la legislación anti leche cruda del gobierno, y si en verdad ha tenido nuestra salud en mente, o si hay algo más siniestro por detrás de todo eso.
Nos enfocamos en poner nuestras manos sobre la leche cruda, por así decirlo, y pronto se hizo aparente que no sería una tarea fácil. Hay muchos productores que reconocen los beneficios de la leche cruda, pero sólo pocos que están dispuestos a ir contra los gobiernos provinciales o federales para que la legalicen. Hasta este punto, en Ontario y en cualquier otro sitio de Canadá ha habido una cantidad de intentos de cambiar la posición gubernamental sobre este asunto, pero con poco y nada de éxito.
En vistas de estas fallas, los productores de leche de Ontario comenzaron a buscar otras maneras de hacer llegar leche cruda a una cantidad de consumidores conscientes de su salud. En definitiva la solución fue simple: los clientes pueden comprar una vaca (o parte de una vaca, en verdad), y con ello dejando de ser consumidores para convertirse en propietarios de una vaca teórica. La legalidad de este sistema es algo dudosa, pero por ahora tendrá que servir — para poder integrar la leche cruda a nuestras vidas, tendríamos que comprar nuestra “porción de una vaca”.
Así que depositamos un poco de dinero y compramos un cuarto de vaca, como parte de un club exclusivo de personas con acceso a lo que antes era un producto ilegal. Nuestra parte de la propiedad de la vaca nos dio acceso a unos 20 litros de productos de leche cruda cada semana, incluyendo queso, suero, mantequilla, leche, crema agria, crema, y más. Pedíamos nuestros productos a través de un sistema online y, unos pocos días después, conducíamos a un sitio acordado previamente en los suburbios de Toronto para recibirlos de un hombre en una camioneta. La idea de hacer pactos oscuros de contrabando o en el mercado negro no escapaba de nuestras mentes, pero había algo de romance en ello — nos gustaba ser parte de un equivalente saludable y moderno de los contrabandistas de la época de la Prohibición de las décadas de 1920 y 1930.
A pesar de lo que puedas estar pensando, este asunto estaba altamente organizado. Los pagos se hacían online, los pedidos e hacían online, recibíamos actualizaciones diarias y newsletters sobre la salud y la dieta de “nuestra”, nos invitaban a reuniones con los otros “propietarios de cuartos” de las vacas, y los frascos y contenedores de los productos se esterilizaban metódicamente, se los etiquetaba y se los empacaba con cuidado. Esta era su manera de hacer que las personas pudieran experimentar las maravillas de la leche cruda, y no permitirían que esto se convirtiera en algo que les diera mala prensa.
Y, a pesar de todo el pesimismo de los medios sobre la leche cruda, nada malo sucedió. Gastamos cientos de dólares en productos de leche cruda cada semana, y no podíamos cansarnos de ellos. Al fin conseguimos tener acceso a algo integral, nutritivo, sustentable y local. Sabíamos exactamente de dónde provenían nuestros productos, estábamos en contacto directo con el productor y elaborador, sustentábamos las prácticas agrícolas que cuidaban de la tierra en lugar de envenenarla, y nuestra salud mejoró notablemente.
Algunas veces, a mediados del verano, accidentalmente dejábamos un frasco de dos litros de leche cruda en la encimera de la cocina. Normalmente, si esto hubiera sido leche pasteurizada promedio, ese hubiera sido el fin de ese frasco de leche — la calidez de la habitación habría permitido que las bacterias malas colonizaran la leche y la hubieran hecho insegura para beberla. Pero nuestra leche cruda estaba llena de bacterias buenas que evitaron que los patógenos peligrosos formaran una nueva colonia, y la hicieran insegura para beberla. La leche tomaba algo de sabor y se coagulaba un poco, pero era perfectamente segura de beber y ni una vez nos hizo enfermar, luego de cerca de dos años de consumir leche láctea cruda.
Más allá de lo anecdótico, el caso científico contra la leche cruda es débil. Los opositores de la leche cruda dicen que es inseguro beberla y, con ello, que es peligrosa para el público, diciendo que hay muchos casos de personas que han enfermado e incluso muerto por consumirla. Estas mismas personas fallan al mencionar que hay muchos más casos de personas que enferman o mueren por beber leche pasteurizada que su contraparte cruda. Según un estudio que examinó información de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), hubo 1.100 enfermedades causadas por leche cruda entre 1973 y 2009. En ese mismo período, hubo 422.000 enfermedades causadas por la leche pasteurizada. No hubo registro de muertes por el consumo de leche cruda, aunque sí hubo al menos 50 por formas de leches y productos lácteos pasteurizados. Es interesante.
Otra investigación, publicada en el verano de 2011 en Wise Traditions, el diario de la Fundación Weston A. Price, indica que las personas son de hecho 35.000 veces más propensas a enfermar por otros alimentos que por la leche cruda. En la lista de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos de los 10 alimentos más riesgosos en Norteamérica, la leche cruda y los productos de leche cruda están notoriamente ausentes, mientras que el helado pasteurizado y el queso pasteurizado sí aparecen.
Cuando miras los números, simplemente no tiene sentido. ¿Por qué los gobiernos de Estados Unidos y de Canadá son tan anti-leche cruda? Muchos otros países han adoptado legislaciones pro leche cruda, sin arrepentimientos. En Europa, por ejemplo, puedes comprar leche cruda en máquinas expendedoras. Allí, las medidas que rigen las ventas y la distribución de la leche cruda son tan estrictas, que exceden los estándares de seguridad y manipulación alimentaria gubernamentales. En los Estados Unidos, por otro lado, la USDA sólo requiere de una tasa de aprobación del 50 por ciento para muestras de salmonella en la leche pasteurizada para ser considerada como apta para el consumo. Vaya estándar de seguridad.
¿Es posible que, en lugar de cuidar de nuestra salud, los legisladores norteamericanos estén simplemente descartando una práctica que estimularía el crecimiento de las granjas locales, pequeñas y sustentables? Lo cierto es que el modelo tradicional de las granjas lecheras de gran escala usa pesticidas, herbicidas, industrias, granos y maquinarias, y no puede producir leche cruda de manera segura. Las condiciones de esas granjas tienen vacas insalubres y en condiciones que promueven la invasión de patógenos, lo que significa que esos productores no podrían producir leche cruda sin contaminación. Las granjas pequeñas y orgánicas que producen leche de vacas de pastura, en cambio, puede hacer justo eso.
A lo que en verdad se resume todo, entonces, es el dinero. No la seguridad. Piensa en eso la próxima vez que leas otro artículo que hable sobre los riesgos de la leche cruda.
¿Te interesa tener leche cruda? Aquí puedes ver cómo se hace en algunos estados y provincias, si no puedes comprarla en la tienda.
—Liivi Hess
Liivi es una Coach De Salud Y nutrición Integradora y está entrenándose para ser una doula (partera). Inspira a las mujeres a hallar la paz y el poder personal para tomar el control de su salud y de su fertilidad naturalmente. La pasión de Liivi es la nutrición ancestral y el diseño de un estilo de vida primitivo. Ella y su compañero Will viven entre Toronto, Canadá y Queenstown, Nueva Zelanda.